
Reconozco que estoy en plena fiebre tatuadora. En unas semanas, me haré el tercero y estoy totalmente entusiasmado. Eso sí, entre el primero y el segundo pasaron casi diez años, mientras que entre el segundo y el tercero van a ser apenas seis meses. ¿Por qué esa diferencia de tiempo? Porque durante muchos años me dejé llevar por opiniones de terceros que me decían que no lo hiciera. Así que, amigos, si estáis pensando en tatuaros, el primer consejo es que no pidáis consejo. Aunque eso sí, no está de más que sepas todo lo que te cuento a continuación.
¿Para toda la vida?
Un tatuaje es para siempre. O, al menos, eso dicen. Esta idea de eternidad, de no poder arrepentirse, crea una presión que a menudo provoca que no terminemos de decidirnos. Por supuesto, tatuarse no es algo que deba hacerse a la ligera. Hay que pensarlo, reflexionarlo, dejarlo en cuarentena... Pero también hay que tomar una decisión.
Y para ello, lo mejor es librarnos de esa carga de que un tatuaje es para siempre. Porque lo cierto, es que no lo es, como no lo es nada en la vida. Hoy en día, ya hay técnicas que permiten eliminar los tatuajes, aunque también es verdad que tienen un coste bastante elevado. Pero ahí están. No quiere decir que vayas a recurrir a ellas, pero consuela saber que son una opción.
Pasa de modas
Me pregunto cuántas personas se habrán arrepentido de llevar un tribal en el brazo o el hombro lleno de estrellas, pero doy por hecho que muchas. Siempre y cuando, claro está, que esos tribales o estrellas no tuvieran algún significado.
Amigos, cuando decidimos hacernos un tatuaje hay que pasar de las modas en lo que a dibujos concretos se refiere (evidentemente, hay técnicas o estilos que sí podemos elegir) y apostar por algo que tenga un significado especial para nosotros. De este modo, será muy difícil que nos cansemos del tatuaje en cuestión, porque será mucho más que tinta en nuestra piel.
Caras no, gracias
Reconozco que esto es manía mía, pero no puedo soportar los tatuajes de caras de personas. Por supuesto, cualquiera es libre de hacérselo y lucirlo con todo el orgullo del mundo, faltaría más. Pero a mí no me gustan.
Motivos. El primero que tatuar una cara de una persona real es muy difícil y en pocas ocasiones el resultado es bueno. Hay que ser un auténtico artista para reflejar correctamente los rasgos y expresión de un rostro humano, sin caer en un resultado tétrico o alejado de la realidad. El otro motivo es que siempre que veo el tatuaje de una cara me da la sensación de que es de alguien que ha muerto (lo que es bastante probable) y me provoca de todo menos buen rollo.
¿Visible u oculto?
El lugar donde tatuarse también es una elección muy personal. Tú sabrás lo mucho o lo poco que quieres que se te vea. Afortunadamente, cada vez hay menos prejuicios en la sociedad y pueden ir más visibles sin que haya consecuencias de cualquier tipo. Total, tu cuerpo es tuyo y de nadie más, y la decisión es completamente tuya.
Por si sirve de algo, en mi caso jamás tatuaría nada por encima de las clavículas. Es decir, nada de tinta en cuello, nuca, cabeza, orejas... Pero lo dicho, es solo mi opinión personal.
Elige un buen tatuador
La elección del tatuador en cuyas manos te vas a poner es de las más importantes a tomar. Busca, compara y quédate siempre con el mejor. Ahí está la diferencia entre acabar llevando en tu piel una obra de arte o un auténtico truño. Para ello, Instagram se ha convertido en un escaparate donde muchos tatuadores exponen su trabajo. Busca hasta que encuentres aquel que más te guste.
Por supuesto, infórmate bien de que cumple con todas las normas higiénicas necesarias: materiales esterilizados, zona de trabajo desinfectada, apertura de materiales delante tuya (sobre todo la aguja), uso de guantes desechables, etc. Al final lo más importante aquí es tu salud.
Cuidados posteriores
Una vez haya terminado, el tatuador te dará unas pautas de cuidado para los días siguientes. ¡Hazle caso siempre! En el caso de mi último tatuaje, salí con un pequeño apósito de film transparente (sí, como el de la cocina). El tatuador me dijo que al llegar a casa me lo quitara y aplicara a menudo Bepanthol, una crema perfecta para mantener hidratada la piel de la zona y evitar que salga costra por la herida que se crea.
Según sus indicaciones, solo lo tapé de nuevo con film transparente para irme a dormir, después de poner una capa de Bepanthol, para que no me rozara con las sábanas. En definitiva: mantener limpia la zona, hidratada con la crema y libre de roces.
A la vejez...
Un comentario bastante habitual al contarle a alguien que te vas a tatuar es: "¿Y qué vas a hacer cuando seas viejo?". Pues mira, cuando sea viejo, lo seguiré llevando, porque formará parte de la historia de mi vida y de mi cuerpo. Además de que para cuando un servidor tenga una edad avanzada, la mayoría de compañeros de la residencia de ancianos estarán igual de tatuados que yo.
Aunque la mejor respuesta a este punto se la escuché a una gran amiga hace poco: "Firmo ahora mismo por que mi única preocupación cuando sea mayor sean los tatuajes que he me hecho". Nada más que añadir.
Bueno sí: que ánimo y a tatuarse, que es toda una experiencia.
Imagen principal | Cordon Press
En Trendencias Hombre | Tatuajes sí, pero siempre con estilo